Iria tenía muchas ganas de que sus papás le vieran su bonita carita así que decidió llegar antes de tiempo, sin avisar.
Así que en su caso, sobrepasamos los días adecuados para hacer la sesión pero en realidad, su comportamiento fue como el de una recién nacida en la primera quincena. Se portó superbien. Solo tuvimos que parar una vez para comer y reponer fuerzas.
Fue el bebé más pequeñito con el trabajé hasta ahora pero me llevo un grato recuerdo de sus sesión y sobre todo, de sus papis, que después de confiarme los recuerdos de su embarazo, quisieron que me encargara también de fotografiar a su pequeña.
Sin más os dejo con Iria, la verdadera protagonista de esta historia